jueves, 23 de julio de 2009

Miénteme, miénteme que algo queda

Antes veía las series de televisión para distraerme de la cruda realidad. Ahora las veo para obsesionarme. ¿El caso más reciente?: "Miénteme" (Lie to Me) La trama es lo de menos (un grupo de investigadores que se dedican a desenmascarar, con puro método científico, las mentiras de los demás), pero no puedo dejar de pensar en un dato que dieron (y, aparentemente, real): en una conversación de diez minutos, una persona dice en promedio tres mentiras.

No hablamos de estafadores, ladrones, y no, tampoco de políticos profesionales (lo siento, pero esa profesión está muy desprestigiada): conversaciones normales, las que sostenemos día a día en nuestros círculos, cercanos o lejanos, pero -eventualmente- con gente a quienes no tendríamos a quienes mentir... o al menos, no demasiado. Llevo días con la duda: ¿sobre qué tanto podemos mentir?, ¿de qué queremos mentir?, ¿y a quién le mentimos tanto?

Seguro tendremos las mentiras cotidianas, las que nos decimos a nosotros mismos ("pues no, no me veo tan gorda con este vestido"), y las que decimos que son "verdades a medias" porque en realidad, son para no lastimar a alguien, y que pueden abarcar desde el consabido éxito taquillero: "no eres tú, soy yo" hasta la siempre adorable excusa: "mamá, voy al cine y me voy a tardar, no sé a qué hora voy a regresar" o, la que hemos dicho en alguna Navidad o cumpleaños: "me encantó el sueter verde limón".

Por supuesto que hay mentiras que nos dicen y estamos dispuestos a creer: "nadie me ha hecho sentir como tú", "te amaré toda la vida", e incluso las más perversas o trilladas, del estilo: "es que mi mujer no me entiende, en cambio, contigo es tan distinto".

Además, están las mentiras laborales, las que decimos porque puede estar en peligro nuestra sobrevivencia o porque es la marca de cualquier burocracia que se respete y que pueden condensarse en dos grandes vertientes: "el licenciado no está", y el siempre presto: "me da mucha pena no poder ayudarle, pero ya ve cómo son estos trámites".

Una de mis favoritas es la que escuché en el metrobus: "te juro que estoy aquí abajo, esperando que llegue el elevador", y todos dirigimos una sesgada mirada de reproche al emisor de tan bonito mensaje, quien todavía se bajó 3 ó 4 paradas después de aquella aseveración.

Ahora, quizá en México veamos con mayor naturalidad estas mentiras o medias verdades porque también es más permisivo nuestro límite entre la ficción y la realidad, una frontera que no siempre está clara, y que nos regala imágenes delirantes de un camión lleno de gallinas atorado o volcado en carretera, helicópteros que caen enmedio de avenidas, caballos que corren desbocados hasta estrellarse con un taxi, elefantes que se fugan del circo y terminan en medio de una carretera, manifestaciones públicas a favor o en contra de alguna justa causa social y que deja a una marea detenida de automovilistas durante ocho horas...

¿Qué hacer entonces?, ¿será cierto lo que decía Jack Nicholson en "Cuestión de Honor"?: "¿La verdad?, ¡Ustedes no pueden manejar la verdad!" El problema es que el último que se fugo a la tierra de Nunca Jamás, no le fue precisamente bien... Quizá por eso la realidad deba venir mejor en pequeñas dosis.

2 comentarios:

  1. Pues la verdad a cerca de la verdad, segun Robert Feldman -un picudo, segun dicen, psicologo de la universidad de Massachusets- es que las personas nos mentimos unos a otros al menos tres vecesa cada 10 minutos. "Ninguna relacion se escapa". El fulano dice que el grado de decepcion, al descubrirse la mentira, es proporcional al grado de cercania de la persona que te miente... o sea "mienteme, pero no me ignores".. LOL Besos y VAMO' ARRIBA mi new bloggera...

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  2. "Everybody lies", eso dice el Dr. House... y tiene razón :P

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