miércoles, 28 de julio de 2010

Sin lugar a dudas

No, amor mío, no te confundas. No te quiero, no estoy enamorada de tí. No me interesa el milagro cotidiano de tu existencia. No quiero memorizar las constelaciones de tu cuello, ni suspiro por arrullar mis sueños en un futuro compartido.
En las noches, cuando acaricio el horizonte de tu espalda y escucho latir tu corazón, también me quedo sin memoria de la piel erizada por tus caricias y pierdo la inocencia con la que te he llegado a besar.
No, amor mío, no me conoces. Puede ser que me hayas encontrado en un puerto, mirando a la distancia y soñando con nuevos límites, pero no apuestes tu suerte a que eres mi tierra prometida.
Quizá tus dudas nacen porque me gustan las convenciones del té negro con leche y dos terrones de azúcar, los gatos blancos con moños rosas, los atardeceres naranjas y las noches frías para jugar cartas. Porque a veces susurro versos mientras acerco una naranja a tus labios o porque tengo lágrimas llenas de ninguna intención.
Pero amor mío... No sabes si soy capaz de mirar al abismo en silencio, evaluando el paso siguiente; si soy capaz de pedir el infierno sólo por evadirte, por probar que no me interesas.

martes, 27 de julio de 2010

El el corazón del tornado

No conozco la ira divina, pero sí la fuerza de la naturaleza (quizá sea un seudónimo, sólo para no cargar con más mala publicidad).
Conozco en carne viva cómo los tornados del corazón arrastran, con la misma tranquilidad con al que respiramos, las reticencias, los miedos, la prudencia.
Estoy en medio de la tormenta perfecta. No puedo escuchar si hay quien me pide conservar la calma.
¿Cómo alguien, con dos dedos de frente, puede creer que es posible soportar el temporal?, ¿que cuento con un dique para frenar esta marejada, a esta fuerza bruta, oscura, cruel, intempestuosa que es el deseo?, ¿cómo piden que acalle esa voz que grita: "Aquí estoy, sin cortapisas, sin armadura, sin brújula, sin norte. Bésame, tómame, llévame al límite, encuentra en mí a la mejor y más perfecta amante"?
Y por increíble que sea, por remoto, por absurdo, por contrario a todo lo que nos dicen los libros y los sabios, existe una combustión espóntanea, una pieda de toque consumida en su propio espejismo, porque no siempre esta tormenta se genera por el aleteo de una mariposa...

viernes, 16 de julio de 2010

La invasión

Uno no espera de la prosa más de lo que esperaría de un botón de elevador: es funcional, pragmática, al servicio de uno.
Nombramos al mundo y nos llenamos de imágenes claras en su transitar por nuestro mundo: clima, llaves, sillas, escritorios, libretas, plumas, computadoras (u ordenadores, dependiendo las preferencias), el café de media mañana y la botella de agua que permanece durante el día.
El problema es cuando la poesía comienza a infliltrarse en nuestras conversaciones. Es una invasión lenta y constante, con la laboriosidad con que las hormigas entran a las cocinas integrales o con la que la lluvia le gana al concreto y nos regala una gotera.
Y los filos de los cuchillos se vuelven un pretexto para mirarse a los ojos y decirse "¿me pasas la sal?" mientras el otro escucha perfectamente: "cómo te extrañé hoy en la mañana".
Los contornos se vuelven difusos. "Hace tanto frío" es una declaración para abrir los brazos y refugiarse en el calor del otro, y "estoy tan cansada" es la petición de una tregua o el portal para depositar un par de besos.
Y con esa misma sutileza, un buen día, nos miramos a los ojos y descubrimos que las palabras vuelven a tener su justo sentido, su peso exacto, como la azucarera o el frutero con las manzanas.
Suspiramos un poco, tomamos las llaves, perdemos el mapa y nos resignamos a volver a la prosa.

miércoles, 7 de julio de 2010

Enloquecer por la luz

Ah, el amor... elusivo, abrasador, ilusionado, entusiasta... para mi abuela, el enamoramiento nos había parecer a todos unos idiotas: iluminados por un faro interno que en vez que avisarnos de peligros, más bien nos aventaba -sin piedad alguna- al abismo.
En mi casa, depende con quién se hable, se tiene una lectura de qué tan bien le ha ido en esa feria.
Para mi tía Argelia, por ejemplo, todo es cuestión de estrategia: definir objetivos y actuar en consecuencia. Cuando habla, entre fumada y fumada, con los ojos entrecerrados y la mirada soñadora en el cielo, uno no se imagina que está ante la versión femenina de Erwin Rommel.
Si al "Zorro del Desierto" se le ha reconocido la rapidez de movimientos, es que no han visto a mi tía decidiendo cómo romper las dudas, miedos, (in)seguridades de ese hombre al que ella ya ha escogido. En un martini cerca el terreno; para el segundo, la plaza ya comienza a parlamentar, negociar trincheras y para el tercero, ya hay acuerdos de rendición.
En cambio, para mi tía Rosario, en el amor todo el fin, destino y viaje es perder la cabeza. Ella es partidaria del flechazo a primera vista, de temblar del ombligo para abajo, dejar el corazón que se desboque, y de ser posible, desbocarlo aún más a golpe de fuete. La filosofía básica es "mientras yo quiera y él se deje, ¿cuál es el problema mijita?". A mí me hace gracia. No me dice a cuántos ha amado, pero me gusta su sonrisa coqueta, misteriosa; el brillo en esas pupilas donde tanto (o quizá, muy pocos) se han visto reflejados, y se han sonreído, y la han besado en los quicios de las despedidas.
Quién me da un poco de penita es mi prima Fulgencia. Para ella, el amor es un invento de la maquinaria capitalista, (le gusta darse algunos airecillos y decir esas frases de que el café y la vida deben ser amargos). A ella sólo la ví una vez profundamente iluminada, permiténdose la debilidad de recitar poemas de Sabines y susurrar canciones de Silvio.
Supongo que él no compartió mucho, porque la luz se apagó violentamente... y ella, supongo, no quiso o no supo sobreponerse.
Yo no tengo claro cuál es mi lectura. A veces quisiera que todo fuera cierto: los gritos de Jorge Negrete diciendo "Te quieeeeeeero, y quiero que sepas que te quieeeeeeeeeeeeero", las cartas, los romances, la desestructuración total... y a veces, quisiera que nada fuera cierto, y que en realidad, no es el amor lo que nos condiciona, sino las neuronas, los duelos reales o imaginarios que aún cargamos.
Ya pasé por esperar como Penélope y aún no llego al odio de Medea. Espero, que la realidad no sea tan dura; me regale un sorbito de esa luz, sin llevarme a los peñascos...

martes, 6 de julio de 2010

Si tan solo...

Ojalá fuera suficiente con amarte desde el deseo. Desde esa tierra inhóspita capaz de reverdecer con sólo mirarte; con los pulsos acelerados y el corazón instalado en las sienes, sin más propósito, sin más pretensiones ni más futuro.
Ojalá fuera suficiente con ser un espacio en tu agenda; ser esa cita entre las tres y las cinco de la tarde, compartiendo el mismo horario de los trenes, las noticias vespertinas, las salidas de la escuela o la cita del peluquero.
Te adivino en las dudas. Me conozco en los miedos.
Ojalá pudiéramos quitarnos las heridas. Desnudarnos poco a poco de lo que nos ha roto en mil pedazos y nos ha dejado mal unidos a nosotros mismos, sin demasiada esperanzas o certezas; esperando solamente el siguiente embate del día.
¿Quieres arriesgarte? Yo puedo cerrar los ojos mientras me quito poco a poco el rubor, quedando desnuda en la ternura, ofreciéndote mis brazos y la promesa de que hay un sosiego...