lunes, 8 de marzo de 2010

8 de marzo... cuántas cosas se dicen en tu nombre

Un 8 de marzo, de hace muchos, muchos años, iba en un taxi escuchando la estación de radio con la que el operador alegraba mi mañana. El tema de ser un escucha cautivo deja fluir ciertos placeres culposos, como tararear una canción de Rigo Tovar, Kalimba o La Tesorito frente a un perfecto desconocido.
Sin embargo, aquella mañana en realidad no íbamos tarareando canciones. el tema era serio: muy serio. Conmemorabámos el Día de la Mujer, y el operario tampoco parecía muy dispuesto a cambiarle, así que estuve escuchando los lugares comunes del día: es necesaria mayor equidad, el amor se demuestra sin violencia, las mujeres debemos tener los mismos derechos y obligaciones que nuestros pares varones.
Todo más o menos de acuerdo con el guión, hasta que una llamada logró captar nuestra atención. - "¿Quién es tu modelo femenino?"
- "¿mi qué?"- la chica que llamaba seguramente pensaba que con una frase del estilo de "la XHN1N1 es la neta" o " yo nomás escucho a Radio Xumpango porque es el mero mole del radio" ya la libraba, pero no...
- "¿A quién admiras?"
- "¿Por qué?"
- "Por ser mujer. Hoy es día Internacional de la mujer"
- "Ahhh"- Acto seguido hizo lo que jamás, jamás, jamás debe hacerse en radio: quedarse callada por angustiosos segundos - "pues, pues admiro a Lorena Herrera".
Si el taxista no frenó en seco es porque era un día raro en que el tráfico fluía y uno, por mucha sorpresa que tenga, no está dispuesto a desperdiciar la oportunidad de transitar por una calle vacía, con el semáforo en verde.
- "¿A Lorena Herrera?"- Estoy segura de que el locutor tenía los ojos igual o más abiertos que yo.
- "Pues sí, se me hace una chava buena onda"
Ah bueno, y uno haciendo una lista mental de mujeres que nos parecen valiosas, cuando en realidad, ser buena onda, exhuberante y estar en el Canal de las Estrellas es suficiente para tener calidad de líder moral.
Llegué a mi destino, pagué la dejada y me quedé con ganas de decirle al mundo que mi admiración va para Elba Esther Gordillo por su capacidad intelectual que ha impreso en el sistema educativo o Bety Paredes porque deja a la familia Soprano en calidad de la familia Patridge. En fin...

miércoles, 3 de marzo de 2010

la ligereza de la palabra

"Weeeeeey"
"¡sí weeeeeeee!"
"Ay weeeeeeeeey"
"Te digo, weeeeee"

Este diálogo lo escucho unas diez o doce veces a lo largo del día, con ligeras variaciones... de tono, dependiendo si son estudiantes de escuelas privadas, choferes de microbuses, vendedores de garnachas o funcionarios públicos: la esencia prevalece.

Por una parte, mi corazón republicano debería regocijarse ante la llegada de una especie de esperanto; pero, somos complicados, ¿qué puedo decir? Añoro los malos-buenos viejos tiempos en que en la escuela me torturaban con la invisible (a mis ojos) estructuras del español.

Las preposiciones, los acentos e incluso temas de fonética siempre me han parecido extrañamente fascinantes; al menos lo suficiente como para recurrir (y desconcertarme) con las divagaciones de escritores y filológos.

Me conmueve darme cuenta de que usamos las palabras con la ligereza de quien camina por la calle; y a menos que haya un gran bache, es cuando nos asombramos de que nuestros pasos nos hayan llevado tan lejos.

Expresiones como "incrustarse en la estrategia", me hacen levantar las cejas y pensar, "¡ouch!, eso debe doler"; o cuando alguien trata de explicar algo utilizando el "sí me entiendes, ¿no?"

Espero equivocarme cuando anticipo, en mis peores pesadillas, que la norma culta será cuando alguien conteste un plurisilábico "órale"