miércoles, 26 de diciembre de 2012

Buscando cierto orden


Ennumero las estrellas para asegurarme que todo siga en orden. Tengo las puntas de los dedos llenos de constelaciones que no podría nombrar, y que sin embargo, sé que me dan alguna ruta para llegar a tus silencios.
Ah, amor mío. Hay tanta sorpresa acumulada en la piel. Tantos rastros de imaginación que es fácil confundirlos con el futuro; sonreímos al vacío porque se cruza el fantasma de lo que dijimos o dejamos de decir.
Beso a beso recorremos el camino hasta el límite de nuestra razón para enfrentarnos al salto de fe, a la locura del amor, al aleteo de la mariposa rogando por el tornado que nos quite la cordura.
Porque en eso, amor mío, el inglés tiene mayor razón: uno cae, cae en el amor, sin cuerda, sin red, sin ayuda, sin más esperanza que esperar que del otro lado no esté todo lo que nos ha abierto heridas que todavía llevamos, sangre que aún nos rezuma (a veces venganza, a veces gentileza), pero siempre pidiendo un sacrificio que acalle esa voz que nos murmura "esta vez tampoco lo lograrás". 
Chocamos como las olas, enfrentamos riscos. Y no nos damos cuenta de nuestra propia valentía hasta que estamos en ese hogar momentáneo de un abrazo que te hace despegar los pies del suelo. El tornado... las estrellas que giran... el mundo que se desordena.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Esas noches de secretos e insomnios

Pienso, amor mío, en todo lo que nunca decimos porque no es cortés.
Y no, no hablo de dar los grandes secretos que no nos enorgullecen, y que por alguna compulsiva razón, lanzamos al otro, sin contexto ni mayor historia, sólo porque compartimos una almohada y vemos el mismo cielo raso, con unas grietas que quizá nos recuerdan nuestra propia vulnerabilidad.
Porque, afrontémoslo amor mío, si los ladrillos son capaces de resquebrajarse, si las catedrales se hunden bajo el peso de los años (y quizá también de su santidad), ¿cómo no nos vamos a sentir solos, con nuestros demonios, las sombras que nos acechan en noches sin consuelo? Preguntas que van desde "¿qué haría si nos encontrarámos?, ¿le reclamaría el olvido al que me redujo cuando en la intensidad de ese presente que compartimos juramos que nada, nada nos podría separar?
Ah... la tentación de la otra historia, de la página que no escribimos, del libro que dejamos en el aeropuerto y que no volvimos a adquirir para quedarnos con ese sabor de la historia perdida. ¿Por qué nos deshacemos en sueños de humo?  No somos mejores que los gatos que persiguen bichos de luz, cuando el sol se reflejan en las baldosas.
Pero no, amor mío. No quiero compartir secretos porque ni yo misma los recuerdo. Porque nada del pasado es interesante para traerlo a nuestro día.
Pienso en que nunca te digo sobre tu mirada amable, tu sonrisa suave, la línea que va desde tu corazón hasta el mío. Pienso que me gusta verte concentrado, porque te invento un pasado que nada tiene que ver contigo y conmigo; porque dudo mucho que hayas sido pirata o de la caballería rusticana o de la guardia Papal.  Y sin embargo, amor mío, hay algo de tu sonrisa que me hace pensar que compartes los secretos del mar, algo de filo en tus labios en los que adivino luchas y lealtades y tesoros defendidos.
Hay tanto qué pensar en las noches de insomnio...