miércoles, 4 de agosto de 2010

Tres pequeñas palabras

Si las corporaciones están hechas de gente y la gente ha encontrado técnicas infalibles para obtener la atención de los demás, sólo era cuestión de tiempo para que las palabras más maléficas de todos los tiempos, sean usadas en nuestra contra.
Y así, recibimos llamadas de agencias tributarias, bancos, tiendas que nos dicen, sin el menor pudor, las tres pequeñas palabras que anticipan tormenta: "tenemos que hablar".
Estoy segura que esa frase ha precedido los peores momentos de la humanidad "Tenemos que hablar... ví cuando se comieron la manzana". "Tenemos que hablar, sobre mayor espacio vital". "Tenemos que hablar, lo que encontramos en Cuba parecen campos de béisbol".
Y así, con esa misma voz grave, de las que anticipan las grandes catástrofes, nos dicen "Tenemos que hablar, hay un problema con su cuenta", "Tenemos que hablar, el recibo que nos dejó no cubre los requisitos fiscales" (bueno, en México esto no es ninguna novedad: son necesarios 14 requisitos para convertir una inerte hoja de papel en "el" recibo. No sé de dónde creemos que los funcionarios tributarios no tienen imaginación y/o sentido -macabro-del humor).
Si estuviéramos frente a un ser humano, las palabras "tenemos que hablar" usualmente van seguidas con un "¿por qué?, ¿qué pasa? Si todo va tan bien". Con una voz que no conocemos y que nos agarra saliendo de la ducha, enmedio del pan tostado, a punto de entrar a una junta, lo único que atinamos a decir es "¿ahora?", una respuesta que en otro contexto nos condenaría al ostracismo social y ser catalogados como patanes sin corazón.
Claro que las voces graves que nos llaman por teléfono contestan con un tono de "¡¡claro que ahora!!!, sólo esto faltaba", mientras nos dicen, en tono profesionalmente neutro: "Lamentamos no poder proporcionarle mayor información. Puede hacer una cita en el teléfono ALGUN DIA CONTESTAREMOS, entre 8.30 a 12 de la mañana. Gracias".
Y uno se queda, con el teléfono en la mano, y el eco de las tres palabras malditas.

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