miércoles, 28 de julio de 2010

Sin lugar a dudas

No, amor mío, no te confundas. No te quiero, no estoy enamorada de tí. No me interesa el milagro cotidiano de tu existencia. No quiero memorizar las constelaciones de tu cuello, ni suspiro por arrullar mis sueños en un futuro compartido.
En las noches, cuando acaricio el horizonte de tu espalda y escucho latir tu corazón, también me quedo sin memoria de la piel erizada por tus caricias y pierdo la inocencia con la que te he llegado a besar.
No, amor mío, no me conoces. Puede ser que me hayas encontrado en un puerto, mirando a la distancia y soñando con nuevos límites, pero no apuestes tu suerte a que eres mi tierra prometida.
Quizá tus dudas nacen porque me gustan las convenciones del té negro con leche y dos terrones de azúcar, los gatos blancos con moños rosas, los atardeceres naranjas y las noches frías para jugar cartas. Porque a veces susurro versos mientras acerco una naranja a tus labios o porque tengo lágrimas llenas de ninguna intención.
Pero amor mío... No sabes si soy capaz de mirar al abismo en silencio, evaluando el paso siguiente; si soy capaz de pedir el infierno sólo por evadirte, por probar que no me interesas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario