jueves, 20 de agosto de 2009

Hay días así


Hay días en que la tristeza simplemente se despierta antes que uno. Le da tiempo de hacerse un café, husmear un poco entre los libros y las revistas, ver a través de la ventana. Si es muy temprano, puede incluso deslizar melancólicamente la mirada sobre las hojas marchitas de las plantas a las que nos hemos olvidado de regar, o de pasar el dedo sobre la superficie de la mesa para comprobar cuánto polvo ha caído.
De improviso, nos mira dormir... y entonces despertamos, sin saber muy bien el por qué de ese nudo en la garganta, de esas ganas de que no sea día laboral, porque lo único que quisiéramos es seguir entre las sábanas...


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