sábado, 14 de abril de 2012

Todo es cuestión de tiempo

Supongo que las encuestas de felicidad en las que México está bien posicionado se derivan fundamentalmente porque siempre estamos esperando algo.
Aquello de que la espera conlleva deseos y los deseos nos conducen al sufrimiento, creo que no opera en este país, donde los horarios los concebimos como una idea extranjerizante para minar nuestra soberanía, así como las luces rojas de los semáforos cambian su significado dependiendo del tonelaje del automóvil, donde abarca del "qué tanto es tantito" a "Total, a mí no me van a pegar".
En fin, hace poco llame para solicitar un servicio "como no, de 9 la mañana a 6 de la tarde lo puede esperar, ¿está conforme con el horario?", "Ejem... no... no estoy conforme. Necesito una hora más específica", "Por eso le estoy diciendo que es de 9 de la mañana a 6 de la tarde". Ah bueno, con esa óptica, me extraña que Einstein no haya sido mexicano.
Ahora, sé que no me puedo quejar. Hasta ahora todo ha sido franja horaria que va de 8 a 10 horas. Aún no atravesamos "entre hoy y tres días", algo que uno no quiere escuchar cuando se trata del doctor que nos va a interpretar las sombras que vemos en las radiografías o los números que salen de dos gotas de sangre que buenamente dejamos en un laboratorio.
Hay algo de malvado en todo esto de la relatividad respecto al tiempo. No recuerdo a quién le leí aquello de "yo también leí el Laberinto de la Soledad, pero uso reloj y llego a tiempo a mis citas".
No me gusta regirme por los ciclos cósmicos. De verdad, ni siquiera ahora que están tan de moda con aquello de que acabará el mundo. Aunque desconfío que hayan dado una fecha tan precisa... con tantita suerte, lo pospondremos "de una semana a un mes" y en el papeleo, perderse la fecha definitiva. Digo, para seguir con la lógica autóctona, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario