viernes, 27 de abril de 2012

¿sufrir es un arte femenino?

Creo que el problema es que lo primero que nos enseñan a las mujeres es que no es amor si no lo sufrimos hasta el tuétano. Al menos en mi casa así ha sido desde tiempos inmemoriales. Mis tías se iban suspirando por los rincones, muertas de ganas que alguien les preguntara "pero, ¿qué te pasa? te veo desmejorada". Eso era todo lo que se necesitaba para que florecieran. Aunque claro, uno no podía lanzarse al gozo de la autocompasión así nomás, de buenas a primeras, (seguramente es pecado). Había que guardar un modesto silencio, bajar la mirada, suspirar un poco, sofocar un sollozo o dos. Mis tías siempre han sido muy creyentes que todo eso era "misterioso" y enaltecía al género femenino. Para mi abuela, mucho menos intensa en los sentires del corazón y con el terrible pragmatismo que da tener que llenar la despensa para alimentar 15 bocas, se encogía de hombros y murmuraba por lo bajo "puras payasadas". Aunque supongo que lo consentía porque sin televisión, radio (y muchísimo menos cerveza), pues ese momento de protagonismo romántico -en el más clásico de los sentidos de amor imposible, cumbre borrascosa- era lo único que podía medio tener a la tropa más o menos tranquila. Así que no es de extrañar que con esa escuela, durante años, mi sufrimiento por el amor haya sido tan notorio. "Es que no me vio" murmuraba yo. "Pues no" -contestaba la parte racional de mi cerebro- "estabas junto a un puesto de pizza. Estabas en clara desventaja". Y yo lloraba y lloraba hasta que la pobre víctima, perdón, objeto del deseo decía "¿¿Estabas ahí??? Jamás te ví". Por supuesto lo agradecía, porque me daba pretexto para sentirme "Cellophan gal" y volverme a poner a llorar. Además de la obvia pérdida de tiempo, con los años una aprende que el sufrimiento del estilo: "te juiteeeeees, con esa vieja perfecta de labios de Scarlett Johansonn y piel de quinceañera, pero haaaaaay un Dioooos y algún día dirás, "me equivoqué" y yo, yo te esperaré, pero habremos perdido mucho tiempo" será muy femenina, pero es una soberana estupidez. Claro que mis tíos y primos tienen un sufrimiento muchísimo más austero. Claro que les han roto el corazón, cantaron las canciones de José José (no juzguen, por favor, comprendan) pero al final era mucho menos dramático y además, jamás de los jamases dejaron de comer. Casi todo era por la línea de "la regué, no debí hacerlo. Chale, me siento fatal, ¿pido pizza o me hago unas quecas?"

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