miércoles, 11 de julio de 2012

Gracias, pueblo aguantador

Así es como me dan ganas de saludar a mis queridos amigos que tienen la delicadeza de aguantar las poco entretenidas quejas de una soltera crónica, como es mi caso.
Hay un momento en que la paciencia termina.  Lo primero, son los diálogos "¿me da un boleto por favor?", "¿sólo uno?", "no, déme también otro para mi pareja imaginaria que está aquí a mi lado". Por esas bromas es que termino conociendo el psiquiátrico.
Después, es la comida, "¿la porción de salmón es muy grande?", "pues, sería mejor para dos personas, pero sí... sí tiene hambre. O lo que deje, se lo podemos poner para llevar". Puedo entender que terminemos trayendo a un gato con nosotros para sentir que no somos completamente juzgados como antisociales.
Además, para desconcierto total, uno no sabe si está en la realidad virtual de parejas felices en Facebook o historias edulcoradas de Hollywood (o Bollywood, dependiendo qué tanto ame uno la música de fondo y tenga coordinación para los bailes complicados).
Es por eso que uno termina en un oído amigo, quien por supuesto, vive una idílica historia amorosa y es lo suficientemente gentil para escuchar nuestras quejas. "no, mira, calma. Siempre hay un mañana. Seguro que el príncipe (no sé caballeros, en su caso, como no encuentran a la pareja idónea. Hay harta princesa neurótica por estos caminos del Señor)  quiere acercarse, pero es tímido" (no entiendo cómo hay tanta población mundial con tanto tímido-casi-mudo suelto).
Ese príncipe se está tardando más que una cena (para uno). Con la salvedad que si la cena llega después de media hora, es gratis.
Debería haber una letra chiquita en los contratos de relaciones humanas.
¿Ven por qué empiezo diciendo "Gracias, pueblo aguantador"?

No hay comentarios:

Publicar un comentario