martes, 1 de septiembre de 2009

Un breve engaño

Somos infieles por naturaleza (incluso a nosotros mismos), pero hay momentos en que no podemos escapar de nuestras mentiras, (por blancas, inocentes y frágiles que sean).
Seguimos los pequeños ritos matutinos de desperezarnos, deshacer el tibio nudo de las sábanas, verificar que el cielo aún sigue ahí. Pasamos la mano por el rostro, buscamos los lentes (los que tenemos la suerte de no ver el mundo nítido durante todas las horas del día), o el reloj o el despertador para ver que realmente no hay mayor posibilidad más que levantarse y seguir adelante.
Sólo entonces somos totalmente fieles y nos entregamos a los pequeños ritos que van dando sentido al día: revisar la profundidad de las ojeras, las canas que han surgido en la complicidad de la noche, las arrugas que nos dan un aire más propio (o más canalla, todo depende del pasado).
Y sutilmente, casi con dulzura, vamos planeando los engaños: traicionamos al sueño que aún nos habita con el café de mañana, al cansancio con el lápiz labial o a la lluvia con la bufanda que nunca sabemos dónde dejamos.
Nadie puede ser tan inocente y andar por el mundo sin algo de protección...

2 comentarios:

  1. "Nadie puede ser tan inocente y andar por el mundo sin algo de proteccion..." WOW... amiga al paso que vamos te me vas a convertir en filosofa. Me encantan tu blog.

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  2. Muy lindoo y ciertooo a veces es imposible escapar de lo Q nosotros creamos.

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