lunes, 18 de junio de 2012

El imperio de lo onírico

Si los griegos alguna vez tuvieron razón (ahora que andan tan, literalmente, devaluados) y los dioses nos hablan a través de los sueños... quizá entonces sea momento de tramitar mi ingreso a esa fina institución que es el Congreso. La otra opción, mucho menos popular es el Hospital Bernardino Alvárez, tan psiquiátrico él.
He de reconocer que mi subconsciente jamás me ha torturado con las campañas de ningún país, ni con estar en un concierto de algún grupo que deteste o sobrevivir al hundimiento del Titanic, (si, Leo diCaprio, te mentí: no me gustas tanto como para aguantar tremendo dramón acuático con temperaturas bajo cero. Recuerda, hasta mi mente es tropical).
Sin embargo, eso no implica de ninguna manera que haya protagonizado, (en los sueños siempre somos los personajes principales, sería de absoluto aburrimiento que con tantas presiones en la vida, además cediéramos el papel principal a alguien más en esas sagradas horas de desmayo), un romance con George Clooney, encabezar la guerra de independencia, librar feudos de las garras de un dragón.
¡No! mi subconsciente, los dioses griegos o mi directa locura, han encontrado un camino mucho menos transitado en estas épocas de capitalismo salvaje, consumismo extremo, terrores hacia virus invencibles.
Y así, una noche me sorprendo de luna de miel en Chernobil, donde el romance (y supongo todo el paisaje) tienen ese saludable brillo verde. En otra ocasión, estaba en total terror porque afuera se había instalado el invierno nuclear y yo compartía un bunker con un ser humano y una rata.
Aunque, después de ver estos meses de campaña, creo sinceramente que mi subconsciente tiene cierto amor por mí, y a pesar de lo desolador del paisaje, me consuela con un final honroso. Si soñara con las campañas o los candidatos, seguramente despertaría con la certeza de que no hay redención posible. Para que luego digan que no le veo el lado positivo a las cosas.

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