sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Será tan terrible como parece?

Antes le tenía miedo al invierno nuclear. Ahora, con más años y más experiencia... mis temores por supuesto se han incrementado. Culpo en parte a Hollywood por ello: ¿de verdad, de verdad todo terminará sin que Terminator intervenga? Entre el calentamiento global, los virus, la codicia de Wall Street, el hacinamiento, el soilet green... Todo en un mágico fin de semana.
Cuando era un ser analógico y feliz, todo pasaba muy lejos. Pero claro, entré en la ondita de querer más y más entretenimiento, más diversión... y ahora, no quiero ni salir a la calle... Para colmo, ayer iba yo tan contenta en mis pensamientos (si, chilangos, sí: se puede ir en metrobús y aún así, estar en el mundo paralelo y feliz que ya hubiera querido Dorothy), cuando aparecieron de la nada, dos gemelos, páaaaaalidos y rubios, que se movían entre desconcertados y tratando de pasar desapercibidos con sus suéteres rojo pasión y azul chiclaminoso.
Hice un esfuerzo por no saltar rápidamente a su encuentro y preguntarles cómo era el futuro. Juro que traían cara de haber caído por error... aunque claro... frente a ellos estaba aquel chavo vestido de gótico y una chica con el pelo pintado de azul... eso sin mencionar a un grupo compuesto por 4 tías gordas, 12 niños y un bebé que se la pasó llorando. Supongo que la chica que iba sentada junto a ellos iba a protestar... pero ella estaba escondiendo un xoloscuincle en su morral, así que tampoco tenía demasiada autoridad moral.
Total, que los viajeros del futuro huyeron antes de que pudiera saber si el mundo post apocalíptico que nos ha regalado Hollywood con singular gracia, es verdad... o, si por el contrario, ya no hay forma que esto empeore y a lo mejor empezamos a vivir -ahora sí- en la ciudad de los Palacios. Digo, Homero llegó a construir un mundo donde llovían rosquillas. Yo me conformo con que acaben la línea 12 del metro. Ya de la Estela de Luz, mejor la dejamos para otro futuro...

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