jueves, 28 de enero de 2010

el veneno que entra por el oído

Tu voz se filtra, lentamente, echando raíces, ocupando el lugar donde (puedo jurarlo) antes tenía un corazón y donde (estoy segura) sólo hay vacío.
Escucho cómo se filtra, desatando las cuerdas de lo razonable, de las buenas costumbres, del té a las cinco y las campanas de misa.
La imaginación se desboca, pierde el aliento buscando el sabor de tus labios.
No hay vacío, sólo tu voz, tus palabras que vibran, que recuperan el corazón de entre la arena, y él, pobrecito, no late... se desboca.
Entonces callas, pero ya es tarde... tu voz es igual al veneno por el que Dinamarca perdió a un rey...

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