miércoles, 26 de diciembre de 2012

Buscando cierto orden


Ennumero las estrellas para asegurarme que todo siga en orden. Tengo las puntas de los dedos llenos de constelaciones que no podría nombrar, y que sin embargo, sé que me dan alguna ruta para llegar a tus silencios.
Ah, amor mío. Hay tanta sorpresa acumulada en la piel. Tantos rastros de imaginación que es fácil confundirlos con el futuro; sonreímos al vacío porque se cruza el fantasma de lo que dijimos o dejamos de decir.
Beso a beso recorremos el camino hasta el límite de nuestra razón para enfrentarnos al salto de fe, a la locura del amor, al aleteo de la mariposa rogando por el tornado que nos quite la cordura.
Porque en eso, amor mío, el inglés tiene mayor razón: uno cae, cae en el amor, sin cuerda, sin red, sin ayuda, sin más esperanza que esperar que del otro lado no esté todo lo que nos ha abierto heridas que todavía llevamos, sangre que aún nos rezuma (a veces venganza, a veces gentileza), pero siempre pidiendo un sacrificio que acalle esa voz que nos murmura "esta vez tampoco lo lograrás". 
Chocamos como las olas, enfrentamos riscos. Y no nos damos cuenta de nuestra propia valentía hasta que estamos en ese hogar momentáneo de un abrazo que te hace despegar los pies del suelo. El tornado... las estrellas que giran... el mundo que se desordena.

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