jueves, 22 de abril de 2010

Más allá del surrealismo... está México

Debo reconocer que me encanta México. Estoy convencida de que si viviera en Noruega, me faltarían muchas cosas para mi completa felicidad, (empezando por el sol y considerando que soy medio planta, por lo que necesito grandes cantidades de luz para hacer fotosíntesis, y eso sin vivir en Pandora y otras xaladas).
Pero sobre todo, me faltarían las anécdotas cotidianas que tanto material dan para las discusiones de café y las sobremesas.
A ver, ¿de qué pueden platicar los noruegos? No tienen grandes frases de los políticos, ni un poder legislativo que aprueba leyes y justo al día siguiente, explica por qué sus son inviables y no se pueden llevar a la palpitante realidad mexica.
El hecho de que los datos personales, esos que deberían ser privados, se merquen en Tepito sin ningún problema, ya podría ser motivo de extrañeza entre los noruegos, pero que además sean comprados por los propios procuradores de justicia, a través del complejísimo esquema financiero de "la vaquita", porque ni ellos tienen tanta información, es para morir de la emoción.
De hecho, creo que sólo mi angelito de la guarda debería tener esos datos, pero siendo chilango, seguro soltaría la sopa.
Tenemos explicaciones increíbles de por qué una cuadrilla de policías, con perros especializados, no pueden encontrar un cuerpo en 300 metros cuadrados; una entrevista con una vidente para decirnos que en realidad, ya era tiempo de fundirse con la luz y por eso, pues la gente muere.
Sabemos que cuando un funcionario dice que "emprenderá una investigación, caiga quién caiga", en realidad están dando carpetazo.
Claro que vivir en México también arruina algunas sorpresas. Vemos la visión apocalíptica que nos presenta Hollywood, de cuando el destino nos alcance, caigan las bombas, se abra el cielo, lleguen los marcianos o cualquier otra plaga moderna, y los aguerridos mexicanos salimos del cine diciendo "¿Te fijaste qué menso?? Eso se arreglaba con un clip y una liga"

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